Luis Olavarrieta confirmó la muerte de la animadora venezolana en sus redes sociales.
La actriz, animadora, presentadora de televisión y cantante Josemith Bermúdez falleció la madrugada del sábado 31 de julio.
El animador y amigo cercano de Bermúdez, Luis Olavarrieta, confirmó la información a través de sus redes sociales. Aseguró que la presentadora venezolana murió en compañía de su hijo, sus hermanos y su círculo más cercano.
Olavarrieta aseguró que entre los últimos deseos de Josemith Bermúdez se encontraba que se compartiera un comunicado para agradecer el amor incondicional del público.
Fue una de las presentadoras del programa La Bomba de Televen, en donde por su carisma y personalidad generó gran admiración por parte de los televidentes. Inició su carrera en la televisión programa Ají Picante.
El diagnóstico
En octubre de 2016 fue diagnosticada con cáncer de ovarios. Desde entonces atravesó un periodo de “sufrimiento”, como ella misma aseguró en diversas ocasiones. Los médicos estimaron para ella un máximo de dos meses de vida; sin embargo, por medio de tratamientos como la quimioterapia, se mantuvo luchando contra la enfermedad sin perder la fe.
La mujer “fuerte y luchadora”, como la consideraron en el programa “Un Día a la Vez”, había mejorado en un par de ocasiones, pero tuvo un par de recaídas.
A mediados de 2019, Bermúdez mostró su faceta artística a través de la música, la cual fue un arma para hacer catarsis, exteriorizar sus pensamientos y llevar un mensaje de aliento y fe a su audiencia.
En la descripción de “¿Qué quieres de mí?” –una canción que le dedicó alusivamente al cáncer y que publicó en su canal de YouTube– escribió: “El arte juega un papel muy importante en el proceso de resiliencia. Todas las producciones artísticas están hechas para superar la tragedia. No debemos suprimir el arte”.
Un periodo de sufrimiento y bendiciones
En la entrevista que dio a Anna Vaccarella para el programa Un Día a la Vez realizada en 2019, detalló sobre el momento de recibir el diagnóstico y las sensaciones iniciales de todo este proceso.
“Yo estaba muy bien haciendo un programa en vivo todas las mañanas en Venezuela y de pronto me empezó a dar fiebre, una muy fuerte. Llamé a mi médico, le dije y me comentó ‘Eso puede ser un ovario inflamado, puede que te esté echando broma otra vez’. Me operaron, me quitaron el quiste y cuando llegó la biopsia, que me sentía muy muy mal, decía ‘metástasis fase cuatro’”, que es la última.
El médico le comentó que era necesario realizar todos los exámenes necesarios para saber en dónde se había desarrollado la metástasis. Luego de someterse a varias pruebas, los doctores todavía no tenían la respuesta; en ese momento tuvo el “despecho más grande” de toda su vida, afirmó.
Producto de la metástasis, empezó a manifestar ascitis –líquido anormal en la cavidad abdominal– y sus intestinos comenzaron a paralizarse por obstrucción.
Decidió acudir a un retiro espiritual en una montaña de Mérida en invierno. Allí, proveyéndose únicamente de lo necesario para mantenerse con vida, meditó y estuvo enfrentando sus miedos y sus “sombras”. Consideró que se trató de un proceso doloroso y complicado, pero “empezaron muchas cosas milagrosas y bellas en esa montaña”.
“Yo lloré mucho. Estaba deformada de tanto llorar. Cuando era hora de regresar a Caracas, mi chamán se queda mirándome, me toma la mano y me dice ‘Has crecido mucho. Prepárate para lo peor, pero lo vas a superar. Y bienvenida a todo esto que vas a vivir porque así cuando a alguien le toque subir la montaña, le darás la mano para que escale como tú’. Yo no entendí. Dije ‘Por favor, me siento bien, me siento feliz, ¡me voy!’. Llegué a Caracas y volvieron las fiebres y las noches terribles. Era verdad, vino lo peor: una clínica, angustia, muchas cosas, pero me mantuve tranquila. Quizás porque estaba entregada, mas no resignada”, confesó con los ojos aguados.
Bermúdez aseguró que desde entonces vive de una manera “más simple”, agregando que desde entonces se centra en lo esencial. A su juicio, todo va relacionado con lo que brinda buenas energías. Este proceso le ayudó a valorar cada detalle, ya que “uno no valora hasta poder caminar rápido. (…) Cuando una enfermera venía y me atendía, pensaba ‘¡Qué bella ella y su trabajo!’ y yo creo que no hubiese visto esa maravilla si no hubiese estado allí, postrada en esa cama”.
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